Cada vez es más importante observar las industrias desde una óptica crítica sobre el impacto ambiental que generan, así como su relación frente a la crisis climática que vivimos hoy en día.
Con las últimas regulaciones que hay en el mundo sobre el uso o funciones de la planta de cannabis, valdrá la pena observar las consecuencias que genera.
Han pasado decenas de años y es bien sabido que México es quizás el máximo productor de cannabis al aire libre.
En el caso de los otros países regulados como Países Bajos o Canadá; que no tienen buenas condiciones de tierra o clima para la planta, han motivado una nueva forma de cultivo "in-door", con luz artificial. Decenas de estudios e investigaciones alrededor del mundo, han llegado a la conclusión de que esta forma de cultivo es insostenible para el planeta, tanto por el exceso de energía eléctrica que se requiere, así como el alto desperdicio de agua limpia en el proceso que no se adhiere al ciclo natural del vital líquido.
En otras partes del mundo que ya tienen regulación como California (EEUU), se ha motivado el cultivo al aire libre. Pero los constantes incendios, las inundaciones, huracanes, sequías atípicas u otros fenómenos naturales consecuencia del cambio climático han puesto en riesgo esta forma de cultivo, que se presenta como la opción ecológica de la industria.
De ahí, tanto el mercado como la industria mexicana deben aprender la lección de los vecinos del norte; para convertirse en la principal opción del mundo en el cultivo al aire libre.
No olvidemos que una planta de cannabis puede llegar a absorber hasta 30 toneladas de CO2 por hectárea, por lo que su cultivo al aire libre puede mitigar algunos de los efectos del cambió climático.
En México la regulación total del cannabis sigue en discusión. Tocará a los legisladores observar esta oportunidad para privilegiar prácticas de cultivo que ayuden a reducir el impacto ambiental. Por el bien de la economía de nuestro país, por el bien de nuestro planeta.